martes, 28 de abril de 2009

Adioses y letargos

Adioses
(I)

Te fuiste
y me hice una manta
con tu despedida
para que me abrigase
en la tempestuosa tormenta
de mis pasiones.
Conseguiste
librar la batalla
de mi egocentrismo.
No ganaste
pero fue
todo un detalle.
Marcaste,
con mi ayuda
la delgada línea que
separa lo auténtico
del escaparatismo puro.
Volcaste
tus entrañas
en lo nuestro,
no sé si fuiste fiel
ya no me acuerdo.
Construiste un muro
inquebrantable
y sólo quedaron
esqueletos roídos
por el desencanto
y minuciosos adioses
sacudiendo pañuelos
por las ventanas.

Letargos
(II)

El maravillloso mundo de tus
colinas desiertas,
silencios incómodos
que me presionan
los dedos de los pies.
Tus cinco sentidos,
en su letargo
contribuyen a
la oxidación del
martilleante sonido
de mis sienes.
Consigues armarme
a conciencia,
apariencia de gato
y mis uñas afiladas
a punto de clavarse
en tus frases hirientes.
Y en mi cabeza
me coges de las
manos, me atas
las orejas,
me tapas el ombligo
y esperas
a verme sonreir.
Tus estatuas
me persiguen
en este mundo
de olvidada movilidad.

1 comentario:

Zissou dijo...

Adivia quién apareció por aquí